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PRESENTACIÓN

 

 

Nace el 2 de octubre de 1903 en Cerecinos de Campos (Zamora-España).

 

Tras décadas de haber permanecido en el olvido, a través de la exposición itinerante "Vivir una idea" (Abril-Julio 2006), España recupera la vida y obra de uno de los más interesantes artistas figurativos, el zamorano Jesús Molina, uno de los pintores que participaron en el mítico pabellón español de la Exposición Universal de París, en 1937, donde Picasso dio a conocer su "Guernica". La temprana muerte del pintor, en una etapa en la que la madurez le había llevado a una segunda juventud, plena de hallazgos e inquietudes, contribuyó a que su obra haya permanecido durante un tiempo olvidada. Ahora, coincidiendo con la necesaria revisión de los movimientos artísticos del siglo XX, consecuencia del cambio de siglo, se ha recuperado su pintura, cuya obra dialogó tanto con el clasicismo como con la modernidad.

 

Destacado dibujante ya desde la adolescencia, estudió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde consiguió el respaldo de prestigiosos profesores, como Julio Romero de Torres o Mariano Benlliure; asimismo, asistió a las clases particulares de Álvarez de Sotomayor. Tras finalizar sus estudios, fue pensionado por el Ministerio de Estado para la Academia de España en Roma. Su beca en la Academia, desde 1932 a 1936, le permitió viajar por Europa y conocer las vanguardias pictóricas del momento, reafirmándose en su deseo de crear un arte que al mismo tiempo que fuera consecuencia del conocimiento de los clásicos aportase una visión novedosa y moderna.

 

El inicio de la guerra civil le sorprende en Madrid. Su condición de enfermo tuberculoso le impedirá alistarse en el bando republicano, aunque enseguida empezará a colaborar con las organizaciones que agruparon a los artistas, como "Alianza de Intelectuales Antifascistas" y "Altavoz del Frente", para hacer carteles, murales y demás actividades de propaganda. Sería dentro de ese contexto político en el que participó en el Pabellón Español, dedicado prácticamente a la guerra civil, donde fue premiado con una Medalla de Oro por la obra presentada. Terminada la Guerra Civil se dispuso a continuar con ilusión, lo que siempre fue el germen y motor de su vida, la pintura.

 

A lo largo de su vida artística la pintura de Jesús Molina fue evolucionando, desde un estilo figurativo, con gran maestría del dibujo y técnica minuciosa de pincelada corta y delicada, en la primera época, pasando entre 1936 a 1939 por un expresionismo figurativo con gran utilización de colores apagados y gran fuerza realista en la composición, para reflejar mejor la carga emocional de las situaciones que presenta. Entre 1940-1955 realiza una obra de intachable calidad técnica en el empleo del dibujo y el color, sin alejarse demasiado de los géneros tradicionales, pero empleando un diferente modo de ejecución para cada uno, dependiendo de los temas. De manera que, en sus composiciones y escenas populares, oscurecía el color y acentuaba el dibujo; avivaba el color, las formas y la sensualidad en sus desnudos; armonizaba unas y otras características en los retratos e interiores y fluctuaba más en los paisajes y bodegones, de gran luminosidad. Seguida de una etapa post-impresionista con gran dominio del color, de pincelada suelta, de gran libertad en la ejecución, de carácter intimista y de extraordinaria sobriedad, donde el motivo es lo de menos. Al final de su vida tuvo una corta etapa abstracta compaginada con la post-impresionista, en la que el empaste es mayor y se nota el gusto por la pintura en su más autentica expresión. Podemos decir que Jesús Molina compatibilizó siempre su sólida formación clásica con la búsqueda de un lenguaje propio, manteniéndose siempre fiel a la figuración, aunque en la etapa final de su vida pintase cuadros en los que la llevaba hasta sus límites fronterizos con el informalismo.



Su temática es variada pero fundamentalmente composiciones con mendigos, retratos, escenas populares, bodegones y temas femeninos. A los mendigos siempre los representó con gran respeto y dignidad, puesto que eran reflejo de la situación económica por la que atravesaba el pueblo español, al que él siempre amó. Sus retratos son de gran calidad, donde la maestría del dibujo y la técnica se hacen patentes, dejando traslucir la personalidad del retratado. La técnica impresionista se aprecia en los bodegones; decía el crítico de arte A. Manuel Campoy, "son de color espléndido, atenuadamente fauve", de marcado matiz impresionista y de carácter intimista, posiblemente lo mejor de su obra o como dice el Diccionario de Pintores y Escultores Españoles del Siglo XX, "dan la medida exacta de su sensibilidad y talento pictórico".

 

Si hay algo que destacar en la obra de Molina, es la figura femenina. La presencia de la mujer es constante en muchos de sus cuadros; se diría que habita en su pintura, la representa en actitudes cotidianas e intimas; desnuda, peinándose, durmiendo, mirándose al espejo, cosiendo, etc. Solitarias o en grupo pero siempre exaltándolas, en esta impresión permanente de su obra no hay un tratamiento despectivo ni un naturalismo procad, es precisamente este amable trato hacia la mujer una de las cualidades más importante del artista, tal como podemos contemplar en su obra.

 

Al igual que otros pintores, Jesús Molina, ha pasado a través de los movimientos de las vanguardias sin perder su estilo ni renunciar a sus convicciones estéticas y técnicas, pues tal como él decía "el artista debe ser de su tiempo, pero no confundir el arte con el engaño"; para ofrecernos una gran obra donde podemos contemplar una extraordinaria sensibilidad artística, un gran dominio de la técnica y el color y un amplio sentido de la belleza .

 

Su obra, numerosamente premiada, además de las Instituciones Oficiales y museos españoles, como se puede ver en el apartado correspondiente de esta página web, está en numerosas colecciones privadas españolas, en París, Bruselas, La Haya, México D.F., Buenos Aires, Montevideo, Lima, New York, universidad de Princeton (New Jersey-Estados Unidos).

 

Fallece en Madrid, el catorce de septiembre de mil novecientos sesenta y ocho, siendo titular de la Cátedra de Composición y Colorido de la Escuela Superior de Bellas Artes de San Jorge en Barcelona.

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